De lo obvio del IVA, el cine y la música comercial

Esto que voy a decir ahora no es más que una obviedad. Es algo que todos sabemos y damos por hecho. Y es precisamente esa la razón por la cual quiero sacar el tema, para que no dejemos de pensar en ello.

Estos días se ha hablado mucho de la subida del IVA y, en el contexto que nos compete, se habla de la absorción por parte de algunas marcas de moda como Inditex o H&M de dicho coste para que el precios de sus productos no aumente. Espero que ninguno de vosotros, lectores y lectoras, se haya dejado llevar por esta buena y bonita noticia y esté pensando que este tipo de empresas o iniciativas son ejemplares y que son altruistas. Está claro que no.

En estos tiempos en los que la gente no tiene dinero para nada, lo único que funcionan son los valores, los principios y ahí está la cuestión.

La absorción del IVA tiene dos porqués, básicamente.

El primero es mantener las ventas. Está claro que la gente no va a tener dinero para consumir (ole ahí a quién pensó que esta acción sería una mejora para reactivar el sistema capitalista). Y menos aún si se suben los precios. Ellos, nuestros queridos millonarios, pueden hacer frente a ese dinero en lugar de nosotros y seguir teniendo beneficios sin problema. No quieren perder clientes por lo que no suben los precios. Además son marcas conocidas por sus precios bajos (ejem, ejem, ya hablaremos de eso otro día), por lo que tienen que seguir como estaban para no cambiar de sector.
Esta cuestión creo que es clara y que todos la hemos pensado.

La que se puede decir que me preocupa un poco más es la segunda cuestión. La imagen de marca. Toda empresa, a día de hoy, no busca la compra, lo que quieren es fidelidad. Esa fidelidad se crea gracias a una identidad. No se puede ofrecer un producto sin más, se tienen que ofrecer valores, ideas, cosas que no se pueden comprar con dinero, sensaciones. Y ahí es donde entra la absorción de la subida del IVA. Y por ahí es por donde he empezado. Comunicando al populacho que no van a pagar más, consiguen los aplausos. Les aplaudimos y ya hemos caído en la trampa. Son solo artimañas para que veamos lo buenos que son con nosotros, que de verdad les interesamos, que se preocupan por nuestro bolsillo y por que tengamos lo mejor al mejor precio. Aquí, amigos míos, de lo único que se entiende es de cifras.


Esto me recuerda algunos casos dentro del cine o la música comercial. Voy a hablar de dos ejemplos concretos. Hancock (Peter Berg, 2008) cuenta con un personaje, interpretado por Jason Bateman, que pretende que las grandes empresas sean buenas con la gente, altruistas, que colaboren con las causas sociales a través de una plataforma llamada De Todo Corazón. ¿A caso está Hollywood metiéndose con los ricachones? Qué desfachatez.
También quiero remitir al disco de regreso de los ídolos adolescentes Take That, (Progress, 2010). En una canción concreta, Kidz, llaman la atención de políticos, reyes y presidentes para que vean qué están haciendo con su mundo, alegando además que la inmovilidad de estos cargos. Dejan ver algo así como una llamada a la revolución diciendo que "ya veréis cuando los chicos salgan a la calle". ¿Es posible que un grupo de índole comercial esté atacando al sistema capitalista?

¿Está toda esta gente mordiendo la mano que les da de comer?

Volvamos atrás. La gente no tiene nada, nada material, me refiero, o empieza a perderlo. Ya no sirven las estrategias de marketing en las que marcas y anunciantes prometen el éxito, la fama y la fortuna, la pertenencia a un grupo en el cual no hemos nacido. Necesitan decirnos que son como nosotros, que pertenecen a nuestro bando. Juntos podemos, sabemos quién es el mal. Somos algo más que lo que tenemos.
Pero hablamos de ideas, solo ideas. Son parte del sistema. No van a renunciar a él. Sin ellos, sin esos mensajes de pseudo-revolución, de pseudo-anticapitalismo, no nos tienen. Y nos tienen.


Alba G.

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